
Mineros y granjeros
Aunque el cumpleaños oficial del pantalón vaquero es el 20 de mayo de 1873, y su lugar de nacimiento, los Estados Unidos, pueden establecerse antecedentes europeos del invento que incluso habrían determinado los nombres con los que nos referimos a él. Los primerísimos jeans se inventaron en la italiana Génova allá por los tiempos en los que la ciudad era una república independiente y una importante fuerza naval, y es de la pronunciación de su nombre en francés, “Gênes”, de donde surgió el hoy universalizado vocablo jeans.

Estrenado por los marineros de la armada Genoveva, quienes necesitaban una prenda muy resistente y versátil, el denim, tejido a partir del cual se elaboran los vaqueros, es originario de la ciudad francesa de Nîmes, de la que toma su nombre (de Nîmes, pronunciado también en francés).Pero decíamos, sin embrago, que el vaquero tal y como lo conocemos hoy data de 1873. Los responsables de que medio mundo los vista son Levi Strauss y Jacob Davis.
El primero era un comerciante de San Francisco que vendía telas a diferentes sastres. Uno de éstos era Davis, que estaba harto de que sus pantalones duraran una mierda y tuvo genial idea de reforzar con remaches metálicos determinados puntos estratégicos, como los bolsillos y el bajo de la bragueta. ¿Recuerdas aquel anuncio del tío que se quemaba la colita por acercarse demasiado aun fuego? Pues eso. El caso es que el sastre no tenía suficiente dinero para patentar su idea, así que le pidió financiación al señor Levi, quien, avispado como era en los negocios, invirtió los 68 dólares necesarios, y la patento número 139.121 quedó registrada a nombre de dos pioneros. Mineros y granjeros fueron sus clientes.
Cowboys y famosos
A pesar de su nacimiento tan working-class, el ascenso del tejano (término que se denomina la prenda en castellano, a causa de su origen) fue fugilmente. Uno de los primeros escalones que subieron en pos de la fama vino dado por el entonces exitoso género cinematográfico de los westerns y sus machotes protagonistas: los cowboys. De hecho, aún hoy en día seguimos refiriéndonos a ellos como pantalones “vaqueros”, traducción al castellano de cowboy. Pero aunque en esta década de 1930 comenzara a gestarse la universalización definitiva de los blue jeans, no fue hasta 1955 que se produjo el que sin duda debemos considerar el gran momentazo del vaquero, su definitivo salto a la fama: James Dean; sex simbol del siglo XX, que lucía unos tejanos de infarto en su mítica película “Rebelde sin causa”. A partir de entonces, el vaquero había entrado por la puerta grande en el mágico mundo del celuloide y, pos consiguiente, se había consagrado ya como un elemento indispensable para un pueblo que quiso vestir como sus grandes estrellas. Y así esta prensa se convirtió en objeto de deseo.

El ansia de los jóvenes por vestir la prenda de moda, símbolo de rebeldía, se acrecentó aún más cuando cientos de centros de enseñanza estadounidenses prohibieron su uso. Los jeans ya no eran sólo una prenda de moda; se habían convertido en una filosofía de vida. A finales de los años 50, “el 90% de los jóvenes estadounidenses usa vaqueros e todas partes, menos en la cama y en la iglesia”, o al menos ese dijo la prensa. De hecho, durante toda la posterior década del 60, los tejanos acompañaron a la juventud en sus protestas hippies y en sus grandes concentraciones, como el festival de Woodstock de 1969, año en el que American Fabrics apuntó que “lo ocurrido con el denim en la última década es una muestra de lo que ha ocurrido con los EE.UU.”. Muchos han llegado a considerar a la prenda maldita como símbolo de la decadencia occidental e incluso como arma de la guerra fría.
- Años 50; James Dean
- Años 60; Jim Morrison
- Años 70; Bruce Springsteen
- Años 80; George Michael
- Años 90; Kurt Cobain
- Años 00; David Beckham
Tu body en un vaquero
De lo que no cabía duda es que los vaqueros eran un negocio. Con la liberación del comercio en la década de 1970, las marcas más tradicionales, como Levi´s, Lee o Wrangler, se vieron asediadas con la aparición de nuevas firmas dispuestas a llevarse una parte del riquísimo pastel azul. Todo el mundo quería llevar vaqueros o fabricarlos. Los jeans se consolidaban como prenda de diseño, y la creatividad se disparaba, convirtiéndolos cada vez más en producto de lujo. Los 70 comenzaron a jugar con las formas y apretar el tejido hasta que llegaron los ceñidos años 80, la gran década del marcado: insinuar pero no mostrar, la carne se apretujaba como símbolo de rebeldía y en los hombres de virilidad y masculinidad.
Y con el tiempo los modernos y adelantados a la época volvieron a hacer de las suyas y nació la conocida práctica de raspar el vaquero a la altura de… la bragueta, ¡jejeje!, para crear la ilusión óptica de mayor abultamiento. ¡Cómo somos los hombres! Lo ajustado convivió con las primeras roturas y desgarrones hechos a propósito. Si ya solo llevar tejanos te calificaba de moderno guay, atreverte ya a romperlos y enseñar carne era ya lo más de lo más. Fue en esa década quizás cuando mayor nivel de expresión alcanzó la prenda, pues lo más habitual después de comprarlos era personalizarlos tijera en mano. Pero llegaron los años 90 y se recupero un poco la calma, aunque se empezó a jugar con las formas.
El antiguo pitillo dio paso a la sementera pata ancha, y el tiro del pantalón comenzó a bajar hasta los límites insospechados de enseñar la hucha. Vivíamos en la era del grunge, y el aspecto, y el aspecto debía ser cuidadamente descuidado. Ya no importaba tanto estar mon@ como ir cómodo, y tenía que parecer que no le habías dedicado ni un minuto a pensarte el estilismo: los patrones anchos, grandes y gastados hicieron su agosto por estas fechas.
Diseñadores y metrosexuales del siglo XXI

Llegan los desgastados de color, las manchas, la pintura, los apliques y los cortes asimétricos, y vivimos grandes innovaciones, como la costura torcida de Levi´s Engineered, que será recordada como una de las mayores revoluciones del denim. David Beckham se convierte en el James Dean de nuestros días, y todo el mundo quiere vestir los vaqueros que él lleva (o que su mujer le dice que se ponga). La supuesta heterosexualidad de Dean se traduce hoy en la publicitaria metrosexualidad de Beckham, pero ambos iconos consiguen lo mismo: uno, convertir, y el otro, reconvertir al vaquero e la prenda fundamental de todo armario, sonde pitillo, elefante, rasgados, rotos, desgatados o esculpidos se llevan hoy como moda global.